Ya paso un año desde que salio a la luz mi hijo (todavía no me acostumbro a esto de tener un hijo, y ya viene otro) y me cabe una reflexión sola; eso que dicen que un hijo te cambia la vida, que empezás a ver las cosas desde otro lado y todo eso es verdad, pero no es una verdad tan fuerte o trascendente como lo es el hecho de descubrir una nueva forma del amor.
Amor del más puro y desinteresado del que jamás había sentido, incomparable.
Calculo que alguien (que seguramente no es padre) puede llegar a poner en duda este concepto, e incluso pensar: que sabe este, si no se puede amar más que lo que yo amo a mi pareja, o madre, o equipo o lo que sea... olvidate!, esto es otra cosa.
Y ojalá Dios y la vida te bendigan con un hijo, porque además de un monton de cosas, como sentirte completado, orgulloso, realizado, vas a descubrir esta nueva forma del amor.
Amor del más puro y desinteresado del que jamás había sentido, incomparable.
Calculo que alguien (que seguramente no es padre) puede llegar a poner en duda este concepto, e incluso pensar: que sabe este, si no se puede amar más que lo que yo amo a mi pareja, o madre, o equipo o lo que sea... olvidate!, esto es otra cosa.
Y ojalá Dios y la vida te bendigan con un hijo, porque además de un monton de cosas, como sentirte completado, orgulloso, realizado, vas a descubrir esta nueva forma del amor.
Ah, ya se que va a crecer y que va a ser adolescente y todo eso. Nada de eso va a cambiar lo que hoy escribo porque es lo que hoy siento.


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